Por fin. Ocho años después, León vuelve a ser de Segunda División.
La Cultural y Deportiva Leonesa ha sellado este sábado su ascenso a la categoría de plata del fútbol español tras un empate agónico (1-1) frente al FC Andorra en un Reino de León lleno hasta la bandera, en una jornada inolvidable para la ciudad y el club.

No fue fácil. Nada en la historia de la Cultu lo es. A pesar de que el equipo llegaba líder a esta última jornada y le bastaba un empate para ascender, la tensión fue máxima desde el primer minuto. Tras el gol inicial de Luis Chacón un gol del Andorra congeló a la afición pero es estadio que no dejó de creer. Al mismo tiempo, las noticias que llegaban desde Sestao aumentaban la tensión: la Ponferradina, único rival por el ascenso directo, se imponía por la mínima, igualando a puntos al conjunto leonés.
Pero el golaveraje general favorecía a los leoneses. Y así, entre el sufrimiento, el corazón en un puño y el aliento de casi 13.000 almas en el Reino, el pitido final se convirtió en una explosión de emoción.
Los jugadores, entre lágrimas y abrazos, celebraron sobre el césped con la afición. Muchos no pudieron contener la emoción. Este grupo, liderado por la humildad, el trabajo constante y una conexión especial con la grada, ha devuelto la sonrisa al fútbol leonés.
Una ciudad entregada
Las calles de León no tardaron en vestirse de fiesta. Miles de leoneses se lanzaron a celebrar una hazaña que devuelve a la ciudad a la élite del fútbol profesional. La Plaza de Guzmán, epicentro de la fiesta, se convirtió en una marea blanca donde jugadores, técnicos y aficionados compartieron una alegría colectiva que parecía contener ocho años de espera, frustraciones y esperanzas renovadas.
El equipo se reunió con su gente en una celebración emotiva, coreando cánticos que desde hace años aguardaban su momento. No era solo un ascenso: era la vuelta a casa.
Un ascenso de corazón
La temporada de la Cultural ha sido notable: líder desde la jornada uno, con una regularidad envidiable y un bloque que ha sabido sufrir, competir y resistir. En un grupo extremadamente igualado, cada punto ha contado. Cada gol ha sido oro. Y cada partido, una final.
El ascenso ha sido merecido, trabajado y, sobre todo, sentido. Porque esta ciudad ama a su equipo como pocos lugares en España. Porque el Reino de León ha sido un fortín. Y porque este vestuario ha sabido representar la identidad de una ciudad orgullosa, luchadora y con una fe inquebrantable.
León vuelve a sonar fuerte
Ahora, con la vista puesta ya en la Segunda División, la ilusión se dispara. Pero hoy no toca pensar en lo que viene. Hoy toca celebrar. Porque la Cultu ha vuelto. Y León, también.